Vivimos en una sociedad insegura y, a mi modo de entender, conflictiva. Por nuestra propia naturaleza, los hombres y mujeres nos sentimos inseguros ante los riesgos que pueda comportar el futuro y la incertidumbre. Todos y cada uno de nosotros nos vemos afectados diariamente por conflictos, situaciones y actos inseguros, incluso durante la jornada laboral. Nuestra sociedad, y especialmente las empresas, están formadas por personas cada vez mas sensibles a los cambios en su entorno, en sus condiciones de vida y, sobretodo, en sus condiciones de trabajo, y lo están tanto a nivel personal como colectivo. La percepción de la seguridad que tenemos nos afecta de forma directamente proporcional a nuestras relaciones con los demás e incide en la convivencia laboral y social, alterando el clima de orden y paz que todos ansiamos.
Tanto el accidente laboral, como la enfermedad profesional y sus secuelas, constituyen una de las situaciones más dramáticas que puede sufrir una persona a lo largo de su vida laboral.